Carlos Fuentealba
Duende Garnica

Que venga la historia desnuda a dormir bajo puentes donde el fueterio.
Se mancha la tiza con sangre, la bala aceitada, los sueños heridos.
Que alguien me diga esta hora, las dos de la tarde, las sietes y pico
Maestro de algún loncomeo de bajo salario, de plomo prohibido,
Si un hombre que cae es un argentino, llenito de sueños en un show represivo
Que el cumpa que caiga de espaldas
no lo lleve el tiempo, ni lo cubra el olvido.
Matar a un maestro es talar las raíces, las ramas, los changos, el fruto.
Golpiemos cultrunes de fuego, perversa es la carga, los brazos vencidos.
El aula vacía, el pupitre llora la ausencia de quien ha partido,
Que seas vos, que sea aquí,
aquí en este patio celeste besando tu grito
Si que seas vos, si que sea aquí,
aquí donde el vino en la mesa se tuerce en quejidos.
Inter = Intro
Los hombres blasfeman y mienten, no saben de rancho de lloro y mendigo.
El pueblo camina y reclama, hasta que la muerte lo deje en su sitio.
Abona la tierra que cae parado bandera, trayendo el suplicio.
Ni jueces, ni guita ni premios, ningún Martin Fierro, de cobre esparcido.
Si Carlos Gardel cantaría este grito,
El indigente en la calle, la vereda, el vendido.
Que vengan los libros de historia a pintar las verdades que hay en los muros,
Las tizas manchadas con sangre describirán la lucha en los tiempos futuros.
Mi raza que es cuna de machos, de lanzafogones de poncho y cuchillo.
Solito en medio de la calle a un grito del pan que es mío y lo miro.
Salir a la ruta parece un castigo, Teresa en las mesas Neuquén encendido.
Que seas vos, nena que sea así,
aquí en este patio celeste de grillo y de hombre.
Que seas vos, que sea aquí,
aquí donde un día mis huesos pronuncien tu nombre.